En la Declaración Universal de Derechos Humanos, la salud mental está implícitamente reconocida como un derecho fundamental. Sin embargo, su promoción y protección han quedado relegadas a un segundo plano en muchas agendas políticas y sociales, a pesar de su impacto indiscutible en la vida individual y colectiva. Este artículo pretende poner en primer plano la salud mental como un derecho humano fundamental, a menudo olvidado, pero absolutamente esencial.
Nuestra mente es un universo en sí misma, un laberinto de pensamientos, emociones y recuerdos. Pero, ¿qué ocurre cuando este laberinto se enreda? La neurociencia busca la respuesta a esta pregunta, explorando los recovecos más íntimos de nuestro cerebro en su lucha por comprender y tratar las enfermedades mentales.