En la última década, nuestra economía y sociedad han experimentado una serie de cambios significativos gracias a los avances tecnológicos. Uno de los cambios más notables ha sido el advenimiento de la economía de plataformas, también conocida como el comercio digital, que ha alterado completamente la forma en que realizamos transacciones y negocios.
Vivimos en una era de revoluciones digitales, y ninguna tecnología ejemplifica esta realidad mejor que la blockchain. Concebida originalmente como la base de datos subyacente para Bitcoin, la blockchain ha trascendido el dominio de las criptomonedas para transformar profundamente múltiples industrias, especialmente el sistema financiero.
La economía digital ha transformado nuestras vidas de innumerables maneras. Desde la forma en que nos comunicamos hasta la forma en que compramos, trabajamos y nos divertimos, las tecnologías digitales han redefinido el paisaje de nuestra experiencia cotidiana. Sin embargo, en la sombra de estos avances deslumbrantes, se cierne un problema insidioso: la creciente brecha digital y las desigualdades que conlleva.
En los albores de la historia, el comercio se llevaba a cabo en bulliciosos mercados y calles empedradas. Los vendedores pregonaban sus productos, los compradores regateaban los precios y el cambio de monedas formaba el ritmo de fondo de la vida cotidiana. A medida que las ciudades crecían y las sociedades se industrializaban, los mercados se transformaron en tiendas y almacenes.
Vivimos en un mundo cada vez más conectado. Cada día, generamos incontables cantidades de datos a través de nuestras interacciones digitales: desde hacer una compra en línea hasta actualizar nuestro estado en las redes sociales.