La superconductividad, caracterizada por la ausencia total de resistencia eléctrica a temperaturas extremadamente bajas, fue detectada por primera vez en 1911 por el físico holandés Kamerling-Ohnes. Se ha convertido en una característica indispensable en diversas industrias y campos tecnológicos, entre ellos la informática cuántica y la energía.
El desarrollo de energía de fusión comercial requiere que los científicos comprendan procesos sostenibles que nunca antes habían existido en la Tierra. Pero, con tantas incógnitas, ¿cómo nos aseguramos de diseñar un dispositivo que pueda aprovechar con éxito la energía de fusión?